En el aljarafe sevillano, en Villanueva del Ariscal, hay una peña flamenca que organiza, como tantas otras, sus reuniones en torno a un artista.En el caso de esta hemos tenido ocasión de escuchar algunas voces que nos han llamado la atención.Recuerdo que en el patio de una casa de caracter absolutamente "de pueblo" con amplio patio y un salón en el que celebran las actuaciones, descubrí la voz personalísima de Rosario La Tremendita.Fue una noche sencilla pero llena de encanto y emoción. En otra ocasión, la reunión se celebró en la Bodega de Juan Gómez.A medidodía de un domingo,mi compañero Manolo Curao , nuestro amigo el vallisoletano Antonio Rodríguez y yo, disfrutamos con el resto de los asistentes al encuentro, de un pequeño recital con sabor absolutamente genuino.Fuera de escuelas o academicismos.La sencillez y pureza de una cantaora con voz mágica :Juana Vargas.Confieso que hasta aquel momento era para mi totalmente desconocida. Me dijeron que había formado parte de un grupo de mujeres lebrijanas que se llamó Las Corraleras y que tras grabar un disco de sevillanas consiguieron ser bastante conocidas. Juana llegó desde Lebrija con el rancio sabor del flamenco aprendido en las casas, en las gañanías, en las reuniones. Y nos dejó un maravilloso regusto a los sonidos añejos del flamenco.
Y hace unos días, recibí otra invitación del presidente de la peña La Solera, Manuel Macías. Manolo es el andaluz que más viaja.Hoy en Frankfurt, mañana en Dublin, pasado en Tokyo.Y no vendiendo vinos de su Villanueva. Manolo trabaja para Turismo Andaluz y va buscando posibles visitantes a nuestra tierra. Y ese lo comparte con su cariño al flamenco. Por eso se inventó las Rutas que durante años pasearon arte y conocimientos por las peñas de nuestra comunidad. Y cuando está fuera de nuestra tierra, se ocupa de compaginar su profesión de técnico de turismo con su devoción de conocedor y amante del flamenco. Es un magnífico embajador de lo andaluz.
Acudimos a la última y reciente cita en La Solera de Villanueva del Ariscal, ante la sorpresa de la artista invitada: Encarnación Marín Sallago, conocida como
La Sallago. Yo la vi, hace lo menos 20 años, en un espectáculo que se llamó Los últimos de la fiesta.En el cartel estaban además, La Tomasa, Pies de Plomo,El Negro del Puerto, Isidro Muñoz -padre de Manolo Sanlucar- y otros artistas de lo que podríamos llamar la tercera edad. Buscaban recaudar fondos para un montepío que cubriera su vejez porque entonces no tenían Seguridad Social.
Encontré a La Sallago con 91 años y una fuerza impresionante para su edad.
Hay un viejo refrán que dice: "Quien tuvo, retuvo y para la vejez guardó"
Y Encarnación dió muestras de que se mantiene con la mente lúcida
Más que un recital, su presencia en La Solera fue una evocación de múltiples momentos y personas con las que trabajó y convivió.Desde Pastora Pavón a La Paquera, Juanito Valderrama,Canalejas de Puerto Real.
Nuestro colega Alberto García Reyes, le preguntó por sus comienzos, sus influencias, los artistas con los que compartió cartel,sus pocas grabaciones discográficas. Y Encarnación, pensaba unos segundos e inmediatamente relataba su pasado intercalando en sus palabras diferentes pasajes de cantes.Fragmentos de soleá o de bulerías.Que por cierto hizo con una fuerza inesperada.Sobre todo por el acompañamiento que ella misma se hacía golpeando la mesa con sus nudillos con extraordinaria rotundidad.
El único cante que hizo completo fue una malagueña. Y no nos hizo falta nada más.Todos eramos concientes de que por muy "potente" que se esté, 91 años es una edad.
Y como recuerdo de su presencia en la peña, Encarnación Marín, recibe una placa de manos del presidente Manuel Macías
Algunos de los asistentes quisieron perpetuar el momento como el guitarrista Eduardo Rebollar y el cantaor Márquez el Zapatero
Además de socios de la peña, compartimos un potajito casero con la bailaora jerezana, Leonor Leal, el guitarrista Tino Vander Sman,el cantaor Jesús Heredia, los periodistas Rosalía Gómez de Diario de Sevilla y Alberto García Reyes de ABC y otros buenos amigos.
Cuando nos despedíamos de La Sallago, me dijo textualmente: No te olvides de poner mucho mi cante por la radio a ver si me sale trabajito que tengo que pagar el alquiler del piso.